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Wonder Boy: The Dragon’s Trap, análisis de una remasterización preciosa del clásico plataformas

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Wonder Boy es una de esas clásicas sagas que, por desgracia, se quedó en el recuerdo de los más jugones. Lanzadas sus 6 entregas para la SEGA Master System (siendo la última exclusiva de Japón) está considerada su tercera parte como uno de los mejores juegos de la consola de SEGA y todo un clásico de los plataformas. 30 años después del lanzamiento de Wonder Boy III: The Dragon’s Trap, obra del gran Ryuichi Nishizawa, Lizardcube ha realizado una preciosa remasterización con un apartado audiovisual genial y una modernización del juego a la altura de hoy en día, pero sin dejar de lado lo que hacía grande a este plataformas y sin hacernos olvidar en ningún momento que es un juego de los de antes, ya que en muchos momentos nos podemos encontrar en más de un aprieto. Con la consola apagada y las manos en el teclado, entramos de lleno en el análisis de Wonder Boy: The Dragon’s Trap.

La SEGA Master System fue una consola que cosechó grandes juegos en su época, aunque no tanto éxito entre el público debido a la gran popularidad de la NES en aquellos maravillosos finales de los años ochenta. Desde Sonic hasta a Wonder Boy pasando por Alex Kidd, todos fueron grandes juegos de una época gloriosa para los plataformas, algunos los cuales viven hasta hoy en día lanzando juegos igual de buenos o mejores que los originales. Wonder Boy: The Dragon’s Trap es el tercer juego de una saga muy querida por la comunidad de jugadores, y está considerado el mejor episodio de todos, además de el mejor juego de la Master System por muchos. Sin duda, es un juego plataformas per sé, y en su época añadió una multitud de nuevas acciones, estrategias o maneras de jugar un plataformas que, aunque hoy en día están más que renovadas o utilizadas, siguen sintiéndose algo frescas.

Por supuesto, aunque la parte artística y sonora sea fantástica, no hay que olvidar la base de este juego, que es de finales de los ochenta, cuando los píxeles eran como cubos de Minecraft y la música midi era escuchada una y otra vez hasta que se nos quedaba la banda sonora en la cabeza. Antes de empezar de lleno el análisis desgranándolo por partes, hay que destacar que la desarrolladora, Lizarcube, afincada en París, ha creado esta remasterización con un equipo de sólo cuatro personas, algo muy destacable. Wonder Boy nos pone en la piel de un héroe que se enfrenta al Dragón Meka, acabando con él pero a un alto precio. El dragón le lanza una maldición que provoca que se convierta en un lagarto. El objetivo es encontrar y acabar con los cinco dragones, donde nos iremos convirtiendo en diferentes animales conforme acabemos con ellos. Primero en un lagarto, después un ratón, una piraña, un león y por último un halcón. Cada uno tendrá diferentes habilidades y funciones que nos harán poder pasar por zonas anteriormente imposibles.

Algo a destacar del diseño de este juego es que, prácticamente la integridad del mapa está abierta a nosotros, aunque no en todos los niveles podremos prácticamente avanzar. La dificultad de este juego recuerda (en realidad, conserva) a la de los juegos de aquella época, donde no se podía escoger el nivel de dificultad y, por lo tanto, los diseñadores tenían que ingeniárselas para poder crear un juego accesible a la par que desafiante. Sí, en algún momento Wonder Boy se pasa de desafiante y nos puede crear una sensación de frustración bastante grande, pero forma también parte de su ecuación donde, un mismo nivel, puedes pasártelo de formas distintas aún manteniendo esa base de plataformas ochentero. Esta es una de sus virtudes (y depende de como, también uno de sus puntos negativos) ya que parece no dar oportunidad a acostumbrarse al juego que ya te habrán matado más de 10 veces. Aún así, esta alta dificultad crea un aurea de desafío que nos hará ir con mucho más cuidado y más atentamente a los enemigos y trampas que nos vayamos encontrando conforme avancemos en el juego.

Y es que, otro factor importante del juego es la exploración, pues este nos invita a recorrer el mundo de Wonder Boy para ir encontrándonos aún más enemigos y retos, por lo que no sólo se trata de un juego plataformas no-lineal, si no que su nivel de dificultad y el hecho de no poder guardar el juego en cualquier punto, nos hará ir mucho más atentos a qué hacemos y cómo lo hacemos. Además, el hecho de ir transformándose a lo largo del juego en diferentes animales hace que se cambie completamente la manera de jugar, pues en unos destaca la velocidad, en otros el ataque, en otros algún tipo de habilidad especial y eso hace que nuestras estrategias también cambien conforme avanza el juego. No hay que olvidarse tampoco de los diferentes ítems que podemos ir usando en el juego, tales como un tornado, una flecha o bolas de fuego que nos sacarán, en muchas ocasiones, de un apuro.

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Un clásico renovado, que no pierde su esencia

Wonder Boy: The Dragon’s Trap fue sin duda en su día un juego muy innovador y, en ciertos aspectos, rompedor. Estos detalles que le hicieron destacar en su lanzamiento original no se han perdido hoy en día, y en cierta manera (pero con menos fuerza) siguen sorprendiendo o llamando la atención. Aún así, el juego no pierde su esencia y el diseño de niveles resulta muy simple para lo que se espera hoy en día. En general, el avance por el juego resulta un tanto predecible, pues su base es la de un plataformas de toda la vida, y no hay ningún evento importante o detalle que sorprenda al jugador más allá de lo esperable. Aún así, el apartado gráfico y sonoro es excelente y de aplaudir. El trabajo de Lizardcube es excepcional y el adaptado visual es precioso, con unos dibujos realizados a mano que llaman la atención por su alto detalle y un cariño impresionantes, con partes que pueden dejarte sin palabras con la unión de colores, iluminación, animaciones y detalles que se consiguen, dando en algunos casos un resultado como si de una película de animación se tratara. Puede parecer exagerado, pero si se tiene en cuenta que el estudio lo llevan solo cuatro personas, el trabajo realizado aún toma más protagonismo. En cuanto al apartado sonoro, todos los sonidos y efectos también han sido renovados y la banda sonora ha sido recreada con multitud de instrumentos y cuyo resultado le da una vitalidad y ambiente al juego que le sienta como un guante. Un gran trabajo en el apartado musical, sin duda.

Uno de los detalles más curiosos que tiene este juego, y con el cual homenajea al original, es que podemos activar los gráficos y sonido del juego original, con el que jugar como si fuera el mítico Wonder Boy 3 de la Master System. Y es aquí donde viene su mayor pega o problema. El sistema de control, que parece haberse quedado a medias entre mantener el original y adaptarlo a la remasterización, en muchos casos se queda en tierra de nadie con saltos erráticos, movimientos más sensibles de lo que cabría parecer y golpes que parecen no darse contra los enemigos. Esto, juntado a que es un juego que requiere una cierta precisión para jugarlo y superar todos los retos que nos propone hace que pueda volverse más frustrante de lo que debería. En los plataformas antiguos, había siempre un cierto delay entre pulsar el botón y la reacción del personaje, o cierto «derrape» a la hora de andar que hacía que nuestro personaje quedara un pelín más avanzado de lo que queríamos. Esto, con los años, es algo que se ha corregido y no está presente en la gran mayoría de juegos desde hace mucho tiempo.

Y aquí es donde nos hubiera gustado que Lizardcube hubiera refinado algo más su remasterización, puesto que el hecho de que en ciertas partes el control se note tan impreciso hace que el resultado final se vea un poco ensombrecido. Otro de los puntos en los que el juego sufre un poco por su edad es la pelea contra los jefes finales, que dista de ser espectacular o habilidosa y se queda en una batalla mecánica como nos tenían acostumbrados estos juegos. Esto, repetimos, no es que sea algo malo o bueno, el hecho de que hayan respetado y conservado la integridad del juego original tiene sus consecuencias, pero aún así nos permite ver como han ido evolucionando los plataformas más sencillos durante estos años, y, además, que los grandes clásicos no entienden de edades. Lizardcube ha aprovechado para añadir a Wonder Girl, una heroína femenina que podremos escoger nada más empezar el juego pulsando el título del mismo. Además, también han añadido sesiones de grabación, entrevistas con los desarrolladores, diferentes bocetos del juego así como imágenes promocionales.

Una vuelta al pasado que nos hace pensar en el futuro

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Para avanzar en Wonder Boy deberemos de ir mejorando nuestro inventario comprando nuevas armas, escudos y armaduras, las cuales compraremos en las tiendas con el dinero que podremos ir cogiendo conforme acabemos con nuestros enemigos. Hay armaduras que, según el tipo de animal que llevemos, nos darán más o menos protección, y lo mismo pasa con los escudos y armas. Además, hay ciertos ítems que tienen habilidades especiales para depende que casos y que nos serán muy útiles para avanzar más de un nivel. Los enemigos también pueden dejar caer los ítems que hemos mencionado anteriormente: flechas, tornados, bolas de fuego, etc. También hay una serie de llaves que nos servirán para abrir puertas y encontrar lugares escondidos. En estos normalmente habrá cofres donde conseguir botines de monedas e ítems o, la parte esencial del juego, corazones. Al ser un juego en ciertas partes un poco hostil, y contar con pocas pociones con las que recuperar nuestra vida, nos veremos obligados a conseguir desesperadamente estos nuevos huecos de salud, ya que hay que tener en cuenta también que el juego nos mandará al pueblo si nos quedamos sin vida, teniendo que empezar de cero el nivel en el que estemos en ese momento.

Es un juego que se disfruta de principio a fin, sobretodo si te gustan los plataformas. Nosotros nos hemos encontrado sólo con el problema del control en ciertas ocasiones, pero no es nada que lo haga completamente injugable. Aún así, hay que apuntar que no es un juego para todo el mundo. La probabilidad de frustración es alta (y de que vuele el mando también), por eso se recomienda jugar con un poco de tranquilidad y pausa, aún siendo un plataformas clásico, ya que su dificultad en ciertos tramos puede ser un poco dura, y aunque no es para nada un punto negativo (y mucho menos a los que les gustan los retos), puede servir de aviso para aquellos que tengan la mecha más corta a la hora de jugar. Aún así, la recompensa de pasarse un nivel siempre acompaña a ese placentero resoplido en el que nos damos cuenta de que hemos superado ese nivel que llevamos demasiado intentando.

La versión que hemos jugado de Wonder Boy: The Dragon’s Trap ha sido para Nintendo Switch, y tanto en modo televisión como en modo portátil luce genial. Pero, hay algo que nos ha hecho reflexionar al jugar en esta consola dicho juego, y es cómo ha evolucionado, no solo el desarrollo y diseño de juegos, si no también el mundo del videojuego en general. En el momento de la Master System, este juego era de los más completos de la época de los 8-bits y era todo un referente en la época y años venideros, de hecho, como hemos comentado anteriormente está considerado el mejor juego de la consola de SEGA. Lo que hace años era un juego revolucionario en una maquina de consideradas dimensiones, hoy lo podemos disfrutar tanto remasterizado como en su forma original en una máquina mucho más pequeña y que se hace, además, portátil. Algo impensable a finales de los 80. Es por eso que jugar a Wonder Boy The Dragon’s Trap en Nintendo Switch ha sido como ver una foto de hace 20 años, a través de una ventana al futuro.

Wonder Boy: The Dragon's Trap - Consoles Launch trailer

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