Desde la década de los 90 se fraguaba Geminis, una película que en esos momento no se pudo realizar por que no había la tecnología para ello. Las nuevas técnicas digitales han permitido que finalmente se haga realidad y en Octubre estará disponible en las salas de cine de todo el mundo.
Dirigida por el dos veces oscarizado Ang Lee, que rayó lo sublime con La vida de Pi y logró emocionarnos con Brokeback Mountain, la historia comienza con el fin de la carrera de Henry Brogan, un asesino cuyo papel es interpretado por Will Smith.
Sin destripar la película diremos que diversos acontecimientos y la correspondiente «trama oculta» llevan a Brogan a tener que enfrentarse a Clay Varris, su antiguo jefe interpretado por Clive Owen, y a Junior, un clon de Brogan que acaba de dejar atrás la adolescencia y que es enviado a matarlo. Precisamente este es el principal atractivo de la película, ver como la tecnología ha permitido que veamos cara a cara, literalmente, a dos versiones de Will Smith con unas cuantas décadas de diferente entre ellas. El clon del actor ha sido realizado por entero de forma digital y los resultados son sorprendentes.
Un derroche de tecnología que no rellena un guión escaso
Géminis ha dado la oportunidad a Lee de ofrecernos un espectáculo visual en 3D rodado a 120 FPS, sin embargo estamos ante un derroche de tecnología que no rellena un guión pobre. La capacidad técnica que Paramount ha metido en este proyecto ha permitido que veamos un Will Smith rejuvenecido, que en ocasiones es el más humano de los actores. Por contra nos encontramos ante una historia que podía dar mas de si, pero terminando diluyendose en una trama previsible y donde solo las escenas de acción nos hacen quedarnos pegados a la pantalla.
Mientras el «viejo» Smith comienza a replantearse que ha hecho en su vida y a donde le han llevado sus acciones, su versión más joven está iniciando el camino que le llevará a repetir los mismos errores. La confrontación de ambos, tanto a nivel físico como emocional, se convierte en el epicentro de la trama, hasta el punto de que la historia pierde interés.
Es de destacar los primeros planos de ambos «smith» juntos, y aunque puntualmente lo digital es delatado por un brillo y tersura de la piel nada natural, el resultado final es de alabar. Las escenas no olvidan los planos 3D, esos donde abrió la veda «Avatar» con esos guijarros que se salían de la pantalla y que en Géminis se producen con explosiones que nos hacen llegar trozos de cristal al alcance de las manos.
La unión de actor-director-tecnología posiblemente le otorguen en beneplácito del público como un elemento para pasar una buena tarde de cine, pero no le va a encumbrar a los altares del genero. Las capacidades técnicas que dejan ver el futuro de la industria del cine, es también el borroso reflejo que deja claro que necesitas un gran guión para hacerle justicia. Por desgracia Géminis se debe contentar con una historia que se limita a languidecer a la espera de pasar desapercibida entre el brillo de lo digital.
