Como sabéis los asistentes digitales guardan un historial de nuestras ordenes, unas grabaciones a las que podemos acceder si lo deseamos. En teoría estas solo deberían ser accesibles por el propio usuario y es que muchas veces en ellas pueden encontrar datos o información que afecte a nuestra privacidad. Sin embargo esto no ha sido así en un caso que ha salido a la luz y en el que un usuario de Alexa habría tenido acceso a unas grabaciones que no eras las suyas.
Las normativas Europeas tienen serias restricciones sobre que datos tienen sobre nosotros las compañías, obligando a estas a proporcionar a sus usuarios estos datos si les son requeridos. A raíz de esto en el mes de Agosto pasado un usuario reclamó esta información a la oficina en Munich de Amazon. Si intención era poder acceder a las grabaciones que Alexa había realizado mediante sus dispositivos.
El «factor humano»
Aquí surge el problema. Según Amazon se produjo un error humano y a este usuario se le envió un enlace que le dio acceso no a sus grabaciones, si no a las de otro usuario. Un garrafal fallo.
Imagínate la cara de este usuario, que debía estar preocupado por la seguridad del servicio al solicitar esta información, al recibir nada menos que 1.700 archivos sonoros de otra persona. En ellas se podían escuchar a un hombre y una mujer, con los datos sacados de estos audios se llegó al punto de poder localizar e identificar a dichas personas.
Amazon se ha apresurado a asegurar que el problema se debió a un fallo humano y que han tomado medidas para que esto no se vuelva a producir, contactando con las autoridades correspondientes para tratar de solucionar el embrollo. Sin embargo es algo que deja claro que la tecnología está avanzando a un ritmo, mientras que las formas de proteger a quienes las usan parecen ir siempre un paso detrás.