En los últimos 30 años han habido multitud de juegos que han dejado una marca imborrable en la indústria, en la memoria de sus seguidores y en el corazón de sus jugadores. Es indudable que pocas compañías tienen la capacidad y, por qué no decirlo, la suerte de haber podido implantar una obra maestra en el mercado. Juegos como Super Mario 64 o The Legend of Zelda: Ocarina of Time de Nintendo; Halo: Combat Evolved o el primer Gears of War de la mano de Microsoft y sus estudios, o The Last of Us y Shadow of the Colossus provenientes de dos titanes del videojuego bajo el brazo de Sony. Son juegos que, no sólo quedan grabados en nuestras neuronas, si no que despiertan un sentimiento inequívoco de que poseen un aura, un mantra, un espíritu especial que les convierte, no sólo en algo atemporal, si no en la vívida representación y ejemplo de que los videojuegos merecen ser el décimo arte.
En este caso, nos centramos en uno de los inmortales personajes de los videojuegos y mayor embajador de esta indústria, Mario, cuya nueva aventura nos lleva al terreno anteriormente comentado, convirtiéndose, de facto, en una de esas obras imborrables, en algo único y mágico. Super Mario Odyssey es muchas cosas, se podría decir que verdaderamente es una odisea que representa todo lo que ha significado el personaje de Nintendo para la industria de los videojuegos, para ellos mismos y para el personaje. Este es, probablemente, el mayor paso que Nintendo necesitaba, no solo para hacer avanzar a Mario, si no para romper sus propias fronteras e ir más allá. Super Mario Odyssey es pura magia, treinta años de historia resumidos en un juego que a la vez es la ventana al futuro de la propia compañía, un cóctel fantástico de nuevas ideas, mecánicas e innovación que sólo Nintendo puede conseguir de una forma tan redonda y convertirlo en un trocito de la historia de los videojuegos.
Presente, pasado y mucho futuro
Nintendo es una compañía que ha basado siempre sus raíces en la evolución continua, en buscar innovaciones más allá de el estancamiento e intentar sorprender, e incluso agitar, al mercado con nuevas formas de jugar, y eso incluye a sus propios juegos. Justo después de atravesar un bache en el que muchos de nosotros dábamos a la compañía por finiquitada en el ámbito del hardware después de la debacle de Wii U, pensando que seguiría el estilo de SEGA, y sorprendiéndonos con un lanzamiento en marzo de su consola estrella, Nintendo Switch, podríamos decir que la Gran N ha tenido uno de sus mejores años de arranque de su historia. Ya no sólo por el hecho de que sus dos grandes juegos, Zelda y Mario, hayan coincidido el mismo año, si no por el nivel de ventas que está obteniendo.
Como decía, Nintendo se ha visto siempre caracterizada por intentar hacer avanzar sus juegos siempre a algo diferente y novedoso, sin olvidar qué son y de dónde vienen, y Super Mario Odyssey es el ejemplo perfecto de ello. El (ex)fontanero más famoso del mundo cuenta con más de 30 años a sus espaldas, y prácticamente todos sus juegos han sorprendido de alguna manera al público sin signo alguno de agotamiento. Cada Mario funciona de una forma especial, y se juega de una forma especial. Todos y cada uno de ellos transmiten al jugador algo diferente, por muy similares que puedan parecer. La tarea de Nintendo es siempre intentar buscar nuevas metas que ofrecer con su personaje estrella, y prácticamente en cada lanzamiento lo consiguen.
El paso al 3D le sentó como anillo al dedo a Mario y demostró que en Nintendo estaban preparados para dar el salto, nunca mejor dicho, de su juego plataformas a los nuevos tiempos. Con Super Mario 64 no sólo se adaptaron a los mundos 3D, si no que revolucionaron nuevamente los juegos plataformas. En Super Mario Odyssey, me he encontrado muchos momentos en los que me he quedado parado mirando algo que acababa de pasar o alguna mecánica que me sorprendiera y el pensamiento que me venía a la cabeza era «¿Cómo lo hacen?, ¿Cómo no se les acaban las ideas?». Nintendo parece ser una fábrica infinita de ideas (para bien o para mal) y eso es bueno para la indústria, porque siempre hacen falta empujones a nuevas metas que cumplir y barreras que romper, algo que los nipones llevan en la sangre y que nos beneficia a todos los jugadores, juguemos la plataforma que juguemos. El riesgo es necesario.
Super Mario Odyssey está repleto de elementos que te hacen preguntarte cómo han llegado a esa idea, y si encima añades a la ecuación que llevan más de 30 años sorprendiendo de esta manera a la gente, ves que sólo puedes mirar el primer vuelo a Kioto para ir a la sede y empezar a aplaudir como alguien que vive de ello. Sí, sé que estaréis pensando que todo esto suena demasiado a fanatismo, pero podría decir lo mismo de Naughty Dog, Hideo Kojima, Ken Levine, Jade Raymond, Michel Ancel, Gunpei Yokoi, Toru Iwatani, John Carmack o Sid Meier. Al final, quien hay detrás de estos juegos no es sólo la palabra o compañía Nintendo (u otras), son cientos de creadores, programadores o diseñadores que dejan su alma en dicha creación y, en este caso, consiguen que una llama de más de 30 años no sólo siga viva, si no más luminosa que nunca.
Magia, diversión y toques de genialidad
Super Mario Odyssey es pura magia, en todo momento te das cuenta de que el diseño artístico de sus reinos es como estar en una película fantástica, a veces de Pixar, otras de Tim Burton y algún recuerdo a Jurassic Park. Desde el minuto uno sientes estar dentro de algo especial que, si te engancha, lo hará por muchas horas. Empezamos en el Reino Sombrero, donde caemos después de que Bowser se lleve a la Princesa Peach en su barco para casarse con ella y nos empuje por la borda, ahí conocemos a Cappy, con el cual nos embarcaremos en dicha aventura y que añade la principal funcionalidad del juego, de la cual os hablaremos después.
Cada reino es diferente del anterior o del siguiente, cada uno con sus secretos, su estilo, su música, sus personajes y su increíble dirección artística. Puedes estar en el Reino de las Arenas con un desierto congelado y personajes al puro estilo mejicano con muchos guiños a la festividad de la Santa Muerte, en el Reino Arbolado con una cúpula autosuficiente y una alta tecnología al servicio del cuidado de la naturaleza o en el Reino Urbano perdiéndote en las calles de Nueva Donk. Y es que Super Mario Odyssey te invita a perderte, a descubrir recónditos escondites, detalles que tú como jugador vas a intentar buscar en ese hueco dónde «puede que haya algo» y dónde los desarrolladores han dejado algo porque sabían que ibas a buscar. Y aquí está una de las claves de este juego.
El catálogo, por nombrarlo de alguna manera, de movimientos de Mario es exquisito. Siempre se ha caracterizado por ser un personaje muy fácil de controlar, al alcance de todo el mundo. Dominarlo es complicado, eso sí, todos sabemos saltar con él, pero no todos sabemos aprovechar cada uno de sus saltos para llegar a un sitio que está precisamente pensado para que nos sea difícil llegar y obtener nuestra recompensa. Con estos movimientos se consiguen dos cosas: por un lado, como digo, es fácil entenderlo y controlarlo sin quebraderos de cabeza; mientras que por otro los más profesionales o los speed runners que miden el tiempo por milésimas verán cómo se premia su talento. Al clásico saltar, correr o salto bomba se nos añade Cappy, que nos permite lanzar la gorra ya sea para interactuar con el entorno (romper cajas, accionar palancas u otras muchas opciones) o para saltar sobre él mientras lo mantenemos en el aire. Esto permite que en ciertos reinos se premie la verticalidad, mientras que en otros la horizontalidad, o incluso se mezclen perfectamente.
Cappy también añade una de las mayores novedades de este juego: el poseer a muchos personajes. Mario puede lanzar la gorra a, por ejemplo, un Goomba y pasaremos a controlar al Goomba. Puede lanzarla a un Koopa, a un tenedor, a una rana, a un pájaro carpintero, a un tanque o incluso, un T-Rex, y los pasaremos a controlar. Eso sí, bigote y gorra incluidos, por supuesto. Esto no sólo abre una nueva ventana de posibilidades, si no que es claro ejemplo del buen hacer de Nintendo explorando el movimiento y posibilidades de sus personajes. Todos tenemos claro que Mario se mueve de una manera concreta, con más o menos opciones, pero en líneas generales tenemos una idea. En este juego, no sólo se amplían los movimientos de Mario, si no que hay que sumarles que cada vez que poseamos un enemigo, estos se mueven de forma distinta entre ellos.
Un Goomba no patina por el hielo, es más lento andando, pero podemos formar columnas de ellos saltando sobre otros Goombas. Los Koopas se mueven dando saltitos y saltan mucho más, además de poder arrojar sartenes para atacar a otros enemigos. Los pájaros carpinteros permiten escalar en cualquier dirección una pared, alargando el pico para clavarlo y moviendo el joystick para tensarlo y lanzar al pájaro donde queramos clavándolo otra vez. Esto juntado a que, además, cada escenario se configura alrededor de qué podemos usar en cada momento y al final, la mayoría de veces la elección es del jugador, da como resultado una experiencia exquisita y un control muy fluido entre personajes, con toques de genialidad como el vertical Reino de Bowser en el cual deberemos usar los pájaros carpinteros.
Toda esta unión de elementos (exploración, magia, controles, sorpresa, creatividad, etc) hace que el juego sea pura diversión y nos sorprenda en muchos momentos con detalles inesperados. Vamos, quién de vosotros iba a creer que Mario iba a acabar poseyendo a un Goomba para formar una columna de ellos y así alcanzar un baúl escondido. No debemos olvidar una de las sorpresas más agradables y nostálgicas de este juego, los niveles en 2D pixelados. Estos niveles, incrustados en paredes y en los que entramos a través de una tubería pixelada, recuerdan a los niveles originales de Mario con su estética y música de 8-bits, que uniéndose a los cambios de cámara y el salto de 2D a 3D, hacen que veamos de manera literal la evolución del personaje, tres décadas condesadas. El resultado funciona también como ejemplo de que en las filas de la Gran N siguen con el máximo nivel en cuanto a desarrollo y diseño de escenarios, y que en los plataformas siguen siendo los indiscutibles reyes.
Una trepidante odisea por delante
En el juego, nos acompañará el ya mencionado Cappy y nuestra nave, la Odyssey. Esta se tendrá que ir alimentando de energilunas para poder avanzar en el juego y volar hacia el siguiente reino. Encontrar las energilunas necesarias para poder avanzar en el juego y su historia no resulta complicado, incluso algunas se encuentran de manera muy fácil en los diferentes reinos. Pero tenerlas todas o desbloquear el reino oculto es otra historia. Super Mario Odyssey es un juego fácil de manejar pero muy difícil de dominar y completar. Muchas energilunas, sobretodo las últimas, nos supondrán un reto verdaderamente difícil y sobretodo en los dos últimos reinos. Esto no es algo desconocido en los juegos de Mario, y es el ejemplo de porqué no son juegos para niños, si no juegos para todo el mundo.
Super Mario Odyssey cuenta con un montón de minijuegos, niveles escondidos y pruebas que nos retarán a sacar lo mejor de nosotros. Después de terminar la historia principal, se nos abren todavía muchas más posibilidades que superar, y muchas más energilunas que conseguir. La mayoría de estos retos son niveles al puro estilo plataformas que nos harán sudar la gota gorda para llegar al final y que demuestran lo dicho anteriormente, su nivel de diseó es altísimo. Cada mundo se configurará de manera completamente distinta, en algunos deberemos explorar antes de llegar a la lucha contra el jefe final, donde consigues una multiluna (los irritantes Broodals, su jefa Madame Brood o Bowser), en otros la pelea será lo que nos abrirá el mundo y en otros caeremos por casualidad.
Todo en el juego es muy dinámico, tan pronto te encuentras lanzando a Cappy contra un Goomba, como estás entrando en un nivel 2D escondido para conseguir una energiluna, como has cogido la moto en Nueva Donk para llegar a otro lugar, como estás saltando entre azoteas o estás participando en las carreras de Friolandia. Todos los guiños a su pasado, que no son pocos, se notan perfectamente integrados y nunca forzados para que el jugador lo sienta así, pero sí perfectamente diseñados para que, si has compartido horas alguna vez con Mario, sientas ligero toque dentro de ti que te haga recordar o añorar algo. También podemos personalizar a Mario como queramos. En cada tienda tendremos dos monedas que gastar: la moneda tradicional (dorada) y la moneda de cada reino (morada). En el primero tendremos vestimentas que desbloquearemos según avancemos en el juego, así como otros objetos; mientras que en el segundo encontraremos ítems y trajes exclusivos de cada reino.
Una odisea, también audiovisual
Como comentaba anteriormente, a nivel artístico el juego es una delicia. Kenta Motokura no es un desconocido, ni en Nintendo, ni en la indústria ni mucho menos en los juegos de Mario. Su dirección se ha visto marcada por una variedad de estilos apabullante que hace que los reinos y niveles del juego cuenten, cada uno, con carisma propio. Desde sus personajes hasta las tiendas, pasando por los niveles de cada uno, la música o hasta las formas de hablar de sus habitantes son completamente distintas. Esto crea un entorno muy dinámico y con todo tipo de detalles hasta la más mínima expresión.
Se dice que Nintendo no es una compañía que preste mucha atención a los gráficos, y en el caso de Super Mario Odyssey (salvando las distancias con otros juegos, por supuesto) no sería una afirmación correcta. No sólo contamos con unos modelados de personajes excelentes y, probablemente, los mejores hechos hasta ahora para Mario, si no con unas animaciones con todo lujo de detalles (sólo en el propio Mario tenemos desde baile, hasta expresión de calor, frío o cansancio entre muchos otros), y lo mismo para el diseño de personajes, las texturas o las físicas. Todo el juego se mueve a unos perfectamente estables 60 fotogramas por segundo que hacen las delicias de cualquiera. También el rendimiento es excelente en modo portátil, donde el juego también se ve de forma espectacular.
Todo en este juego es una experimentación unida de forma homogénea con la experiencia de años, con toques de genialidad como la ciudad de Nueva Donk, que no solo nos permite tener a Mario corriendo entre personajes de talla realista y traje, si no que puedes saltar sobre coches, conducir motor, saltar entre edificios o utilizar semáforos como los clásicos bloques del signo de pregunta. Además, es en este reino donde asistiremos a uno de los momentos cumbre de este juego, en el inolvidable Festival de Nueva Donk.
Los detalles, como ya he dicho, son algo que está repartido por Super Mario Odyssey y cuenta con miles de ellos, algunos incluso tan sutiles que cuestan de ver. Uno muy simpático y que casa perfectamente con la estética general es que, cada vez que llegamos a un reino nuevo, tanto el mapa que podemos abrir como la información que nos lee Cappy antes de llegar es un panfleto turístico. Otros como el modo foto con los filtros de NES, SNES o Game Boy son más evidentes, mientras que alguno que hay escondido de cara al final del juego es un homenaje en sí mismo, dentro de un juego que homenajea varias veces a la nostalgia, todo un haiku que cuando lo descubres te deja la cabeza loca.
La banda sonora también es digna de mencionar, compuesta por el enorme Koji Kondo, es completamente diferente, tanto si es de día como de noche, cómo entre reinos, niveles o puzles. Además, casan perfectamente con la estética y diseño de cada mundo. Con más de 50 temas distintos, hay incluso dos que están cantados por primera vez contando con letra, siendo Jump Up Superstar el más conocido de ellos y que, además, la propia letra de la canción está llena de guiños hacia el mundo de Mario y este mismo juego. También nos encontramos con las mismas canciones de los reinos pero en versión de 8-bits, que se activarán automáticamente al entrar en los niveles 2D. Especial mención a la vibración HD en este título, que demuestra al 100% las posibilidades de esta, pudiendo notar desde el motor de un barco o una moto, hasta un golpe o toque a Mario, o incluso dónde está escondido algo según con cuánta intensidad y qué lado del mando vibre, dando la sensación de una vibración estéreo. Está perfectamente integrada con casi cualquier aspecto del juego.
Una obra maestra con mayúsculas
Todo lo anteriormente explicado se ve unido por algo importante: una mirada al pasado con la vista puesta al futuro. Mario se mira así mismo en el espejo de tú a tú y se reinventa una vez más en una aventura llena de referencias, tanto a sus propios juegos como Super Mario 64 o Super Mario Galaxy, u otros juegos de la propia Nintendo como Donkey Kong o hasta Splatoon. Una auténtica maravilla que merece la pena ser jugada por cualquier amante de los videojuegos, y que puede ser disfrutada por cualquiera.
Con más de 800 energilunas por conseguir, 15 reinos y multitud de desafíos, Super Mario Odyssey es muy, muy grande. Verás cosas nunca vistas antes en un Mario, otras que te sorprenderán y otras que te enamorarán, todo perfectamente conjugado en un juego que, no sólo se posiciona como uno de los mejores de los últimos años, si no que se presenta como obra maestra atemporal. Nintendo no pierde lo que hace único y reconocible a Mario, no pierde su esencia ni su carácter, pero le hace avanzar a un nuevo paso de gigante dando un salto aún más lejos y que propone nuevas formas de interactuar, pensar y entender los plataformas. Super Mario Odyssey va más allá de lo que hemos visto anteriormente en el género, y hace que, una vez más, nos cueste imaginar una evolución mayor sobre el personaje.
Super Mario Odyssey está lleno de magia, de momentos inolvidables y de un cuidado excelente. En su interior reside el cariño descomunal de sus creadores hacia el mítico personaje, y la admiración que tienen por la creación de Shigeru Miyamoto. Hace tiempo que Nintendo comentó que se estaba empezando a dejar paso a los desarrolladores jóvenes, y este es un claro ejemplo de cómo las ideas más jóvenes pueden convivir y mezclarse perfectamente con algo tan longevo como Mario. 30 años son muchos para ir reinventándose una y otra vez, conquistando corazones y creando momentos inolvidables, algo que Nintendo y sus desarrolladores han conseguido sin cesar y Super Mario Odyssey es prueba de ello, haciendo que te llegue el juego a la más antigua de tus nostalgias para acompañarla al futuro de la franquicia.
Esta es una joya de las que se seguirá hablando mucho tiempo, en la que descubriremos cosas pasados años de su lanzamiento y que aún estará plagado de detalles por descubrir. Nintendo ha pegado un giro enorme desde el lanzamiento de Switch y se pone a la altura de sus mejores años, de sus mejores creaciones y de la creatividad más alta dentro de la industria. Fueron, son y serán pioneros en mucho ámbitos que son reconocidos por cualquier integrante de la industria, y es que todos tenemos mucho que aprender de cómo Nintendo sigue demostrando una innovación y creatividad implacables tran tanto tiempo.
Super Mario Odyssey es una asignatura obligatoria para cualquier jugador, sea de la plataforma que sea, unos deberes que todos deberíamos completar, no sólo por su propia evolución dentro del juego, si no por la historia que lleva a sus espaldas y cómo nos sigue sorprendiendo desde el primer día. Mario es mucho Mario, conocido en todo el mundo y es, actualmente, el mejor embajador de el momento que está viviendo Nintendo. Apunta directamente a nuestros sentimientos más guardados, aquellos que todos atesoramos de nuestros primeros juegos cuando éramos pequeños, sean cuales sean, y los hace abrir como una flor en primavera adentrándonos en una maravillosa odisea en la que no nos importa perdernos una y otra vez. Me gustaría antes de cerrar este análisis recordar las palabras del inmortal Satoru Iwata, anterior presidente de Nintendo que falleció en 2015 dejando una huella imborrable:
En mi tarjeta de visita, soy el presidente corporativo; en mi cabeza, soy desarrollador. Pero en mi corazón, soy un jugador.
Estas palabras evocan el sentimiento que despierta Super Mario Odyssey, adentrándose directamente en el corazón de quien lo juega y apuntando directamente sentimiento más jugón y la nostalgia, porque al fin y al cabo, es como volver a pasar tiempo con alguien que conoces de toda la vida; al fin y al cabo, It’s me, Mario!
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Super Mario Odyssey | ||
Desarrollado por: Nintendo EPD Distribuido por: Nintendo Tamaño aproximado de la descarga: 5611,98 MB Descripción: Explora enormes reinos 3D llenos de secretos y sorpresas, incluidos atuendos para Mario y montones de maneras diferentes de interactuar con el entorno: circula en vehículos que incorporan la vibración HD del mando Joy-Con o explora lugares como Mario Pixelado. Gracias a su nuevo amigo Cappy, Mario tiene nuevos movimientos, como lanzamiento de sombrero, Salto Sombrero o captura. Con captura, Mario puede tomar el control de todo tipo de cosas, incluidos objetos y enemigos. Visita increíbles nuevos lugares, como los rascacielos de New Donk City, rescata a la princesa Peach de las garras de Bowser y frustra sus planes de boda. Plataformas: Nintendo Switch |
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PRECIO: 59.99EUR € | FECHA DE LANZAMIENTO: 27 de octubre de 2017
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