Cada día surge una nueva noticia relacionada con los aranceles que Estados Unidos está imponiendo, o al menos anunciando, a medio mundo. La completa locura que está siendo este tema, cada vez dejando más claro que no hay más que improvisación detrás de ellos, no solo está haciendo que las bolsas de medio mundo tiemblen, sino que siembra de dudas y temores a compañía, inversores y consumidores.
Si hace unas horas Trump decretaba 90 días de prorroga para que los aranceles entraran en acción contra algunos países, según informan Reuters, hoy nos sale con que estos aranceles no afectarán a productos como Smartphones, ordenadores y otros productos tecnológicos. Se ve que un iPhone de 2.000€ y el desplome de ventas que le acompañarían ha logrado que el mandatario se replantee estas medidas ¿o no?.

La exención de aranceles a los productos tecnológicos ha sido un alivio para las empresas del sector, sobre todo en marcas como Apple, que no solo tiene parte de su producción en China, sino que este es uno de sus mercados más preciados. Sin embargo el daño ya está hecho, ya que a día de hoy nadie se toma como algo firme o definitivo los anuncios de la administración Trump.
Las promesas de ingentes ganancias para la sociedad norteamericana no solo no se están cumpliendo, sino que están ocasionando millones en perdidas en los mercados. En buena medida esto es debido a la falta de confianza, algo que como vemos día a día tiene una muy solida base que hace que los inversores desconfíen de los anuncios oficiales. Si de inicio, al darse a conocer esta noticia se decía que los aranceles no afectarían a ciertos productos tecnológicos, ahora el secretario de Comercio de EEUU, Howard Lutnick, matiza que esto será un parón temporal y que en uno o dos meses se les impondría unos «aranceles sobre semiconductores».
Mientras que la administración de EEUU y China se enfrentan en lo que medios norteamericanos llaman «una pelea de a ver quien parpadea antes», o lo que es lo mismo, un enfrentamiento de a ver quien aguanta más, otros países comienzan a dejar de ver a Estados Unidos como un socio confiable y buscan diversificar sus mercados para evitar una dependencia que ha quedado en entredicho.
Sin un plan claro y con continuos cambios de rumbo, la estrategia de Trump, o más bien la falta de ella, está conllevando un caos en los mercados que no tardará en afectar al consumir norteamericano, y por ende a muchos de sus votantes. Habrá que ver como es la respuesta de estos ante los efectos de esta caótica política. De momento basta con darse una vuelta por las redes para ver situaciones surrealistas, incluyendo multitud de tiendas que venden productos «MAGA» (Make America Great Again), casi en su totalidad con el sello «Made in China«.
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